Han pasado muchos años y hoy decidí regresar. Leí cosas viejas y muchas de ellas me llevaron a la siguiente pregunta: ¿a poco era tan pendejo?
Volteo al ver el camino recorrido y pienso que sigo siendo el mismo, con unas cuantas arrugas más, unos cuantos kilos encima y me asombra que después de tantos años me sigo sintiendo igual (pero menos pendejo, insisto). ¿Igual cómo? Pues sin pies ni cabeza pero siquiera ahora lo disfruto más. Volvieron las ganas de dormir poco y tal vez eso haga que vuelva a contarles lo que tenga por contarles, aunque ya nadie me lea o tal vez sí, no lo sé. Antes no dormía y me azotaba, ahora no duermo y al otro día me cago en el trabajo pero ya no me azoto; lo disfruto.
Saben, no puedo dejar de pensar que me sorprendieron algunas cosas que leí sobre mi pasado. Creo que era más atrevido, más perspicaz. He perdido la capacidad de dejarme ir y sorprenderme.
Cuando regresé y vi este lugar en ruinas sentí algo de nostalgia, ya no soy tan nostálgico como antes, soy viejo y los hombres entrados en años somos alterables y neuróticos pero nostálgicos no. No niego que me gustaría volver a ver uno que otro comentario perspicaz, de esos que causaban rabietas en mi o cierta emoción, si eso es nostalgia llámenme contradictorio, tal vez sólo estoy neceando (como un buen viejo tiene que hacerlo).
Como dictó la primer entrada de este blog hace 8 años, siéntanse libres de creer lo que quieran creer, sólo advierto que la gran mayoría de lo aquí plasmado será del calibre de las mejores mentiras que se hayan tirado en sus vidas, lo único que no mentirá será la música que seguirá acompañándonos.
Bienvenidos, de vuelta.
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